domingo, 3 de diciembre de 2017

TONY LUZ Y LA DORADA EPÓCA DE LOS PEKENIKES . El reciente fallecimiento de Tony Luz obliga a revisar los títulos imperecederos de Los Pekenikes y echar un vistazo a aquellos años, que para la música pop y rock fueron verdaderamente maravillosos.

Los Pekenikes, con el recientemente fallecido Tony Luz (izquierda), en una típica foto promocional de los sesenta.

Es un tanto injusto que sólo se vuelva la vista a sus años dorados cuando la muerte o la desgracia se abate sobre un artista, cosa que suele suceder cuando el que acaba de pasar es un músico; de hecho, cuando falleció el líder de Los Pekenikes, el gran Alfonso Sainz, también se recuperaron algunas de sus extraordinarias composiciones…, aunque solamente por parte de quienes estaban allí en aquellos inolvidables años o quienes algo después conocieron a tan extraordinario y tan injustamente olvidado grupo.

Quienes nacieron para el rock & roll en los últimos años sesenta recordarán lo extraordinariamente difícil que era en aquella España escuchar música de esos géneros. Los Beatles apenas eran algo más que un nombre, pues sus clamorosos éxitos mundiales no se escuchaban casi nunca, salvo los suertudos que tenían un tío que viajaba; además, muy pocos tenían tocadiscos, muchos menos los que tenían para comprar discos y muchísimos menos los que compraban’ ese ruido’. Por otro lado, las canciones de los ingleses sonaban más a través de las adaptaciones que hacían los más avanzados grupos españoles del momento que en su versión original.

El caso es que había programas musicales en televisión (en la única que existía) los sábados por la noche, y de vez en cuando, muy de vez en cuando, aparecían grupos como Los Pekenikes. Para muchos españolitos que acababan de dejar la niñez y que empezaban a tener interés por la música, lo que se escuchaba en la radio, en esos programas sabatinos o en las fiestas no encajaba con sus gustos e inquietudes; así la copla más o menos aflamencada, los géneros como el bolero y otros de origen hispanoamericano, la zarzuela o el pasodoble…, que eran lo más popular, no sólo no llamaba la atención a gran parte de la chavalada, sino que todo eso les parecía de otro tiempo, sobre todo al empezar a conocer las nuevas ideas que, en el terreno de la música joven, acababan de aparecer y se empezaban a extender. Por eso, cuando en alguno de aquellos folclóricos y pintorescos programas ‘de variedades’ que emitían los sábados aparecía un grupo de pop o rock, algunos adolescentes inquietos  abrían sus ojo y orejas como si estuvieran ante la nueva maravilla…

Así, imposible olvidar cuando en la pantalla en blanco y negro, e imagen algo difusa, aparecían grupos como Los Pekenikes (no hace falta enumerar la lista de fantásticas bandas contemporáneas), con esa elegancia y cristalino sonido, con era pureza de líneas instrumentales y unas deliciosas melodías que atrapaban sin remedio. Fueron no pocos los españolitos que al verlos sintieron algo así como una revelación: esa era la música que les gustaba, eso era lo que querían escuchar, eso era lo que encendía su pasión, y no los pasodobles toreros, las folclóricas o los cantantes melódico-románticos. Ahí comenzó todo para gran parte de los que entonces estaban en su primerísima juventud y que, hoy, viven el rock & roll y, de vez en cuando, recuerdan con nostalgia aquellos intensísimos sentimientos que los invadieron cuando vieron y escucharon por vez primera a Los Pekenikes. Y a los otros.  
   
Tony Luz no tuvo tanta relevancia en esa banda como Alfonso Sainz o su hermano Lucas, pero bien merece la pena recordar a todos aquellos primeros héroes del rock español; y no es por melancolía patriótica ni nada parecido, sino por su valía artística, por atreverse con ese nuevo espíritu musical y por el impulso que dieron en España a la cultura del rock; así, uno puede escuchar hoy excelencias como ‘Hilo de seda’, ‘Embustero y bailarín’ o ‘Cerca de las estrellas’ (por no extenderse mucho) y afirmar, sin el menor temor a equivocarse, que se trata de grandes canciones, originales y con personalidad, y ejecutadas de modo impoluto y con gusto; en fin, son piezas que han resistido el paso del tiempo sin perder brillo, al revés, la perspectiva permite apreciar mejor su enorme mérito.   

Aquellas bandas que abrieron las puertas del pop y el rock a una España grisácea merecen no sólo reconocimiento, sino toneladas de agradecimiento. Gracias a Los Pekenikes y a los otros (no es cuestión de mencionarlos a todos, quien más quien menos tendrá una o dos docenas en la cabeza), gracias a gente como Tony Luz y Alfonso Sainz y tantísimos otros pioneros cargados de talento. Gracias a ellos, millones de españoles descubrieron que ‘el cielo en la Tierra se llama rock & roll’.

CARLOS DEL RIEGO


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